sábado, febrero 5

Cosas que no he hecho

El último mes compré muchas cosas por internet. Me llegaban regalos de Navidad, un regalo de cumpleaños para mi madre (que, por cierto nunca llegaba hasta que yo llamara para verificar el status de mi compra--ay, las maravillas de la compra y venta en EE.UU.), zapatos blancos de charol (un verdadero vicio), discos compactos, etc. Esta semana, por ejemplo, me ha llegado un disco de Camarón que yo había comprado hace unas semanas. Había tardado mucho en llegar. Ayer también me llegó un libro de Cortázar (es decir, escrito por él: yo no pretendo decir que soy un medio!), pero que no recordaba haber comprado. Mientras abría el paquete pensaba que realmente éste era un caso exagerado, que si no recordaba nunca haber pedido ni mucho menos pagado por este libro, que quizás me había pasado en el asunto de las compras en línea. Luego, más tarde, siguiendo esta línea de razonamiento, le relaté a un amigo lo sucedido, y mientras le comentaba que el asunto se ponía peligroso, me confesó que él me había comprado esa copia de Historias de los cronopios y de las famas.
-Entonces perdiste una ocasión para tomarme el pelo. Pudiste haberme regañado y yo te habría agradecido de corazón semejante toma de consciencia.
-No, pero imagínate si me hubieras dicho que tú habías comprado el mismo libro y que hoy mismo te llegó el tuyo.
-Buena observación. Entonces soy yo la que me perdí una buena broma también.

Pero hoy me llegó un libro que me mandaron hace un mes y un día, que se titula Fotografías que no he hecho. Un librito precioso, impreso en Salamanca la víspera de Navidad de 2004, que se cuenta entre los ciento cincuenta ejemplares numerados y personalizados a mano por el autor. Lamento decir que mientras cortaba las páginas, algunas quedaron seriamente mutiladas, pero igual quedan como testimonio de mi ansioso entusiasmo por ingerir su contenido. Hubiera hecho al menos un ensayo con otra página para perfeccionar mi técnica de abrir las páginas (es que nací en la época de los libros pre-fabricados con páginas pre-cortadas, non c'è altro), porque en definitiva las segunda y tercera veces logré separar las páginas-gemelas con un movimiento limpio y acertado.

Luego de pasar la mitad del librito, se me intensificó una impaciencia urgente, como la de una niña en la víspera de Navidad, que no sabe si recibirá un regalo, que quiere saber, que quiere ver, que no puede esperar más....y zas. Casi pierdo una página entera, cosa que me da pena, pero la letra se conserva. El contenido ha quedado intacto. No se ha perturbado ni la más mínima letra. Bien. Tampoco las fotografías que no se han hecho.

Pero mientras examinaba la letra, la memoria giraba hacia el recuerdo casual de otro momento en que me demostré tan impaciente, tan niña. Los tres estábamos en la cocina de mi mejor amigo durante mis años en la Escuela de Música. Los tres éramos pianistas y fue durante Pascua, precisamente el día en que teníamos que pintar los cascarones de huevo. Entonces era como volver a la infancia, tres adultos que por esas tres horas habían recreado una infancia colectiva en la que nos conocíamos de niño-adultos, sentados en la mesa, cada uno con una docena de huevos. Nicolas, québécois, él del alma tan dulce, me mostraba cómo se hacía un agujero pequeño en los dos extremos del cascarón, y soplando en uno de ellos se hacía salir los contenidos del huevo hasta quedar sólo con el cascarón, el cual se pintaba luego. Habríamos pintado escenas locas, estoy segura, sólo que ahora no recuerdo, porque el recuerdo que eclipsa todos los demás recuerdos es el en que empecé a ponerme impaciente, y Nicolas, que me veía así, empezaba a reír muy dulcemente, como un abuelo indulgente, y luego ¡paf! y se explotó un huevo entero en mis pantalones, con lo cual los tres empezamos a reírnos a carcajadas interminables. Teníamos que estar en la Escuela de Música en menos de media hora para asistir a un concierto (tampoco recuerdo de quién), y con el poco tiempo que nos quedaba, lo más prudente fue que me pusiera los pantalones de Nicolas y así, los tres, felices de la vida y cómplices de una explosión ovular, nos fuimos marchando hacia el concierto.

Éstas son memorias irrecuperables. Nicolas murió poco después, durante una operación sencilla pero delicadísima. Por lo cual sujeto contra mi pecho tanto más celosamente esta memoria que no he olvidado.

6 comentarios:

sogniebisogni dijo...

Ciao. Hai una voce molto diversa e molto piu' autobiografica quando scrivi in spagnolo. Si vede che hai veramente vissuto in questa lingua. Tu senti differenze espressive quando cambi dall'inglese allo spagnolo? Voglio dire, avresti scritto questo post allo stesso modo in inglese?

Anónimo dijo...

Que fragiles son los recuerdos ... bueno, fragiles no, sino dificiles de acceder excepto bajo circunstancias que abren las puertas a los momentos pasados almacenados en la memoria. Gracias por compartir con tus lectores anonimos, Mangoroso, tu recuerdo de esa expolsion ovular! je je! Me ha hecho reir, pero ahora quisiera saber de que se trata el libro salmantino ...

MR dijo...

Hola Anonymour,

Ah, mira, qué casualidad. Te gusta tu nuevo nombre? Bueno, el libro impreso en Salamanca trata de (pero sin tratar de tratar, simplemente trata de...no sé si te conté el rollo lingüístico que tuvimos en la clase de literatura medieval entre los native speakers de Argentina y la O.I.: ellos dijeron "se trata de" y cuando ella trató de corregirlos, se armó toda una rebelión. En cambio, cuando ella preguntó qué era un follador según ellos, la respuesta fue mucho menos escandalosa: "Pues, es uno que folla") aquellos momentos en que el autor, apasionado fotógrafo de escenas clarísimas y de una precisión poética que no veas y que en su tiempo libre ahora enseña en UC-Berkeley, (gasp, where was I?), ha querido hacer fotografías y si bien el momento lo pilló sin su cámera o la imagen no se prestó a la ocasión, pues lo que ha quedado son las imágenes grabadas en la memoria, que al final son como fotos, y sus fotos, es como si hablaran.

Yo por cierto, caí en la trampa del título, pensando que era un libro de fotografías que no se habían incluído entre las varias que había ya visto. En cambio, cuando vi palabras en las páginas, supe que se trataba de (hala, venga, that was for our lovely o) otra cosa.

Gracias por pasar por aquí...grandes besos y abrazos y nos vemos pronto!
;)

MR dijo...

Además, Anonymour, creo que ese Nicolas te habría encantado. Era un encanto, un encanto, todo un encanto. Con ojos dulces pero un poco pícaros, como los tuyos...de hecho...

sogniebisogni dijo...

Ecco una nuova poesia e una canzone

Anónimo dijo...

Claro que se dice : "se trata de", o acaso hay otra manera de expresarse??? jejeje
Besos argentinos, para mango rojo, de una nueva hermana argentina!!!
María Elena (Como_un_centinela.ilcannocchiale.it)