sábado, abril 23

A mi padre

Papá, que conducías el coche,
Papá, que me llevabas al supermercado
los días que mamá trabajaba en el hospital
y cogías un tomate, y yo me quedé
sorprendida por tu picardía;
Papá, que te reconocías en mí,
en mi busca de razones
y de razonamientos que hicieran
sentido, que organizaran el caos
de tantas realidades sobrepuestas...
Papá, que te creías tan débil,
tan imperfecto y que te veías
identificado en mis defectos
y te mortificabas por verte
perfectamente reflejado,
Papá, que cantabas con el rostro rojo
por tu poca tolerancia del alcohol,
Papá, que te creías jefe de tantos
y tonto de pocos,
que sentías latir el corazón
en pánico por tus hijas
y burlado por los sacrificios
que hiciste en silencio,
mientras te veíamos peleado
con medio mundo,
porque es cierto lo que dicen:
quien se atreva a decir la verdad
o se pinta como payaso
o se ve echado
fuori dal coro
y el mundo o bien se tendrá que sacar
los ojos o se esconderá de ti
de pura vergüenza.
Padre, maestro y volcán fuiste,
pareja celosa de mi madre,
"hombre de pasiones fuertes,
quien sabe reírse y enfadarse
con la misma pasión e intensidad"...
Que si no te tengo envidia,
es que recibí todo de ti:
Que nos jodió a todos el tiempo
y a ti sobre todo.
Nuestra tarea consiste simplemente
en recoger los restos
de mañana,
que es lo único que nos queda
después de hoy.

Abba, que nos enseñaste que
somos reinas, princesas y generales;
que nos enseñaste a mandar en la vida,
porque en ti encontramos nuestro origen,
en ti encontramos la semilla
de nuestro orgullo.

Que Dios te bendiga en esta nueva fase
de tu vida preciosísima, nuevamente
vestida de otro significado,
ahora que te ha recordado
de su tiranía y sangre fría.

Mi padre se la arreglaba
en cualquier situación,
mi padre era siempre
el más listo.

Pero ahora entendemos
que la vida no da premios
y que elige sus lecciones
al azar.

Pero le sigue ganando mi padre.

1 comentario:

maria dijo...

Ah, que hermoso, gracias por esto.