Nunca quise contemplar mi incómoda situación bicultural a través de otros puntos de vista extranjeros. Es que estando en un contexto internacional y selecto, puedo decir que para mí es normal que una coreana enseñe literatura rusa lo mismo que lengua y cultura hispanas, que venga al cafezinho un libanés armeniano trilingue y que la hija de una amiga nazca en Brasil para luego crecer en Italia, y que nuestro amigo italiano hable portugués continental porque una vez enseñó en un conservatorio en Portugal.
La variedad de materias corresponde también a esta diversidad cultural: informática, literatura, ciencias naturales, música, administración de empresa, y todos estos intereses importan poco cuando nos reunimos con copas y buena comida.
No es, sin embargo, un Edén, o como dicen en italiano, una "cuccagna", este ambiente multicultural y multidisciplinario. Estamos, al fin y al cabo, en la zona de los fanáticos de lo que llamaría el papa actual 'sectas' y un fundamentalismo que contrasta con el hedonismo desfrenado de los estudiantes universitarios. Estamos hablando de un mundo que pide etiquetas como parte del proceso positivista de catalogar todos sus virtudes y defectos. Como si se pudiera separar lo bueno de lo malo con tan sólo asignarles a las cosas un término.
Entonces, con una dosis de egoismo y otra tanta de menefreghismo, nos definimos como "ciudadanos del mundo"; la cultura se convierte en un texto que adaptamos a nuestro gusto, según nos guste y allá ellos que quieren encasillar todo y adiós a las etiquetas fáciles, tales como "liberal", "conservador", "cristiano", "intelectual", "rico", "preparado", porque de repente encuentras que la definición cambia según la confesión religiosa, intelectual, personal, cultural, ético-moral y familiar de cada uno.
Ser liberal en un contexto estadounidense puede significar ser un tanto conservador en Canadá, mientras los valores "liberales" para los coreanos pueden parecer rígidos y limitados para cualquier persona "del Occidente". En mi experiencia, las personas de fe no van a la iglesia, y las personas más interesadas en las iglesias no son religiosas (a lo mejor son gente "de fe") y hay personas que se declaran cristianos que son de las más superficiales e hipócritas. Otros lo son abiertamente y en eso son más consecuentes que los que rezan y traicionan.
Qué planeta, dice un colega de mi pareja: imagínense la actitud de aquellos que se plantean consumar todo lo que les sirva, y que se jodan los demás. Como si el planeta existiera sólo para nosotros, y nosotros tuviéramos todo el derecho y el deber de agotar los recursos naturales.
Otro que predicaba el profesionalismo y que era menos profesional que nosotros.
Otra que ha estudiado porque piensa que le gustaría decir que tiene una maestría en literatura italiana para que la gente quede impresionada por su intelecto y no por su minifalda y sus tacones altos.
Otro que es brillante y no pudo superar el trauma de haber suspendido sus exámenes de doctorado y que ha descartado sus años de estudio para fundar un negocio.
Otra que cambió de carrera por la presión de su maestra: o la carrera o la familia, pero no las dos cosas al mismo tiempo.
Otros que se enamoran y tienen una familia con apenas suficiente dinero para comer, pero con títulos, préstamos y sacrificios.
Otros que se hunden en la depresión por sentirse solos, muy solos.
Para ir al grano: no somos iguales. Y de serlo, se perdería toda esta confusión de diferencias, no se oirían las voces disidentes (a qué, quién sabe), no habría en medio del "heart of America" manifestaciones contra el gobierno y contra la guerra, no habría esta pluralidad intelectual, espiritual y cultural que hay en este pequeño pueblo universitario, donde somos todos ciudadanos del mundo en la tierra de nadie.
Y yo quisiera que todo el mundo --o al menos, todo el estado, para empezar-- fuera así.
2 comentarios:
Anita:
Gracias por terminar el blog anterior que había quedado un poco "cojo". Un par de detallitos: en la frase "porque luego la gente queda impresionada" deberías sustituir "porque" por "para que" e "queda" por "quede".
Salu2
En realidad debí haber usado comillas para esa parte, pero tu sugerencia me gustó tanto que la incorporé y me tomé la libertad de agregar algo más, esperando mejorar el original.
Saludos,
A.
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