sábado, noviembre 24

Un experimento en la cocina: estofado de seitán

La siguiente es la receta que inventé un día frío del pasado febrero, justo el día en que se nos rompió la calefacción. Mi solución: cocinar, cocinar, cocinar. A pesar de ser un plato vegetariano, es bien sustancioso, o sostanzioso--como dice mi esposo, y sirve para calentar, alimentar y hacer alegrarse a todos cuantos lo prueben.

Sin exagerar, ¿eh?

Los ingredientes son:
-1 cebolla picada
-1 tomate picado
-1 zanahoria, cortada a rodajas finas en sentido diagonal (bastante común, por ejemplo, en la comida china)
-setas cortadas en láminas finas
-1 cabeza de brócoli, cortada como sea
-1 lata de seitán, escurrida*
-un manojo de tortas de arroz, sumergidas en agua por media hora
-salsa de soja
-jugo de 1/2 limón
-una pizca de jengibre
-salsa picante

Para la preparación:

1. rehogar los vegetales en el fondo de una olla grande(yo uso siempre el aceite de oliva)
2. sazonar con salsa de soja, el jugo de limón y agregar un poquito de jengibre (lo suficiente para activar el metabolismo, pero no tanto como para poder sentir su sabor)
3. agregar las tortas de arroz, escurridas del agua en que estaban sumergidas; remover para que todo se mezcle bien
4. cubrir todo con agua y portar a ebullición, luego bajar el fuego y dejar cocer todo a fuego lento por media hora, removiendo de vez en cuando, para que las tortas de arroz no se peguen al fondo de la olla.
5. añadir una cucharadita de salsa picante (sambal, si se encuentra) justo antes de servir

*NB: si el seitán que se usa es casero, tiene que ser aliñado primero con salsa de soja, azúcar, vino blanco y un diente de ajo. Así no quedará demasiado soso en el estofado.

Buen provecho y hasta pronto
(es decir, hasta que yo me inspire para cocinar de nuevo).

*pd, hoy a falta de las tortas de arroz, voy a probar la receta con el tofu (o dúbu, en coreano) cortado a dados.

viernes, noviembre 23

Taci e mangia!

Que para ver que no todo es sentarse en la mesa y comer y vivir felices para siempre, basta leer algunos comentarios a este post.

A mí personalmente me ofende que uno diga que le gustan todos los asiáticos de igual manera que si uno dice que los chinos y los coreanos matan perros y gatos. Bueno, no todos lo hacen. Algunos incluso ¡los preparan en una salsa indescribible y los comen!

Pero ¿para qué hablar de prejuicios y la mentalidad cerrada de algunos si yo nunca he probabo la carne de perro y nunca he matado un gato? Aquí hay campo por cubrir, así que termino aquí esta discusión.

Entretanto, para parafrasear la famosa frase (versión doméstica) del iracundo monarca ibérico: -¡Cállate y come!

jueves, noviembre 22

Nuevo look, nueva perspectiva: lo que se perdió en el fogón



Hemos cambiado de casa...bueno, casi. Pinté las paredes, así que ahora LA Mango rojo (y no el, como sería natural suponer) habita una casa verde. "Verde que te quiero verde"...y en efecto, ¡es así! En la decoración de mi blog, sin embargo, he perdido un par de enlaces: muchos sobre el tema del mestizaje (coreano-americano, hawaiano-americano, etc.) o personas coreanas en la cultura americana: por ejemplo, Margaret Cho, o la poeta californiana Ishle Park, con las cuales no comparto nada, con la excepción quizás del vínculo étnico de nuestros antepasados habitantes de la península coreana, antes de que el mundo cambiara, para confundir para siempre lo de la identidad étnico-cultural. Pero, ¿quién sabe si jamás hubo esa mítica pureza de sangre, o si se inventó para....para quién sabe por qué? Mi propia madre me ha comentado una vez de una compañera suya de la escuela, "con ojos azules y la nariz parada...quizás no era de familia puramente coreana".

A mí, en este momento, no me importa. No porque no me importe precisamente, pero porque prefiero dedicarme al aprendizaje de cosas nuevas, en vez de indagar cosas viejas que no van para ningún lado. Yo me dedico a la cocina, porque allí encuentro una deliciosa confusión cultural y la bendición vegetal, animal, universal, qué sé yo, una verdadera fiesta de todo lo que nace, vive, ....y muere para nuestro bien alimenticio. En la cocina aprendo cosas de mis amigos, de mi cuñada/suegra (¿mi cuñagra o mi sueñada?--creo que el segundo suena mejor...) italiana, cosas que recuerdan el pasado coreano, y otras que redescubren un pasado desconocido que pertenece a otras culturas. En la cocina, me olvido de los conflictos y la tensión y pongo en orden el pequeño universo que se esconde en el frigorífico y en la despensa.

A ver qué secretos nos esperan allí!